Se forman de repente, lagunas de silencio al rededor de la comisura de tus labios cuando se nombran pájaros multicolores,
azules rojizos naranjas y madejas de palabras enredadas,
que no cuentan historias de laberintos con Minotauros, pero que guardan los dibujos del camino recorrido hasta el centro
de ese monstruo que es mío.
Y se desparraman las palabras que no decís cuando pregunto
y cuando no lo hago
Y
se esparcen. Las palabras
con sus bordes filosos,
con la aspereza con la que caminan boca abajo por mis gemelos (tibios y blandos).
Las palabras que no me cuidan (nunca lo hacen, aunque se escondan tras burbujas de aire)
pegan mordiscos hacia mis oídos y entre mordida y mordida susurran con lenguas afiladas
Nombres de mujeres envueltas en manos (de manos).
Cuando tu mirada ya está posada en otra página, yo sigo perseguida por esos nombres
Nombres que vuelan por la habitación,
( Yo, quisiera tener en mi frente, erguido, un Espantapájaros; pero con los vientos que te salen por los costados, se desarma la pája amarilla, cae como mi pelo por cañerías que se tapan.)
Cuando tu mirada ya no mira el objeto de mis miedos, yo sigo corriendo de esos nombres,
Nombres que vuelan por la habitación,
todavía la transitan, con alas de colores, páginas encuadernadas,
esas sombras de Minotauro
esos centros en el Laberinto a los cuales no parezco llegar más.