"..porque nadie crea en ello, no deja de ser verdad."

24/9/12

Gente



Posaba la tapa del fibrón
como un bicho muerto
sobre la palma de la mano pequeña
examinándola pundorosamente
para vislumbrar el hueco por donde le habría salido el alma;
líquido pegajoso;
ese viscoso y hostil hábito del alma por abandonar las madrigueras
      con su baba de ameba-metífica


Del otro lado
la inútil mancha de humedad
que se esparcía sobre su rostro cuando el
desapego.
sobre el hombro la hermana de un solo ojo
que aparece titilando entre párpado y escama
llevando inevitablemente la mano a las rejas del balcón oxidado
y acercando los pies al océano con sus sirenas invocantes:
el asfalto

Y el gato peludo pardo
que observaba estos movimientos con delicada omnipresencia
decidía ceder una parte suya a los recorridos ornotológicos
con esa capacidad felínea de dividirse fácilmente entre órganos e hilachas de pensamiento;
esa decencia noble por el escape.
la ácida convicción de saber que al final del vuelo pueden volver tranquilamente
a dormir sobre el sillón, el bolso, la cama
dejando sus pelos desparramados
sus largos testigos de presencia



4/9/12

Orografía

Voy a sumergirme en la herida
profundamente
silenciosa
en tus volcanes  púrpura
las quemaduras que dejaste en mis ojos
cubiertos con sal de mesa

Degluto aire
como al tragar el café frío y amargo de la resaca
como miro tu nombre en cuclillas empapadas
del carámbano de tu sombra

Apunto al resplandor del sueño
la venganza,
que dejaste dormitando en mi almohada
al desvainar tu partida.

[reparo meticulosamente mi viaje en sábanas limpias. tus manos, las antiguas herederas que envolvían fatiga y narcosis, son ya hortalizas resquebrajantes que no logran dejarme salir. y veo a esos perros callejeros que me ladran en olvido y me persiguen con sus colas de hierro. voy a exprimirme la ropa impregnada de agua turmarina, voy a sacudir este cuerpo rancio a merced del contrapunto; desandar las orografías clandestinas.]

Y allí, en la penumbra recia
en la esquina perniciosa: inventarte nuevamente

2008

(las mayúsculas huyen de mi susurro empedernido)

Nietzsche

Pero no fue el sufrimiento mismo su problema,
sino la ausencia de respuestas
al grito de la pregunta:


¿PARA QUÉ SUFRIR?

Mis oídos

Si me atrevo a mirar y a decir...