"..porque nadie crea en ello, no deja de ser verdad."

5/6/11

Hogar

Y se iría el dolor mucho más lejos
                si no estuvieras dentro de mi alma..."


Esta tristeza no es 

como todas las otras.

Me rompe los huesos como una horda de termitas,
me agujerea los hilos finitos del alma que me quedan,
me deja mojada
lamida.

El olor a felino todavía me cubre la piel, todavía
siento ganas de verte y disolverme en tu mirada

hace tanto que no he podido hacerlo.

¿Hace cuánto que no nos miramos a los ojos sintiéndonos atravesados por el mismo hilo nebuloso
por lo vivido, por la ternura de niño águila; huevos tibios recién empollados por una llama que con su mirada revela los misterios matutinos del universo; por el canto del dibujo y sus colores que atrapan como redes para mariposas soltándonos en un mundo irreal y sin fondo, pero infinitamente entrelazado y caliente.
Caliente como leche tibia de la mañana, esa que te gusta esparcir sobre mi cuerpo, transparentando mis entrañas
cosas feas y raras.

Me siento una desconocida extrañada en mis propias madejas de sentidos y significados,
ojalá todo fuera menos inaccesible, ojalá me atreviera a mirarte a la cara sin vergüenza de sentirte lejano.

Pero todo esto se disipa gradualmente, se evapora
al recordar la voz que todo lo llena,
sonidos que me envuelven y me hacen oler el Hogar.

No puedo cambiar tu olor por ninguna estela serpentina estelar de la noche.
No quiero renunciar a la saliva que cambió la mía.

Y sonrío con ganas de levantarme una mañana a nadar
(como aquella vez, con esa sonrisa que jamás pude ocultarte)
en el agua
y en tus mares de peces arcoiris, 
pinos
fueguitos que se prenden y apagan haciendo de todo esto un cuadro complejo y hermoso
nuestro hogar.

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Nietzsche

Pero no fue el sufrimiento mismo su problema,
sino la ausencia de respuestas
al grito de la pregunta:


¿PARA QUÉ SUFRIR?

Mis oídos

Si me atrevo a mirar y a decir...