Te extraño, y,
sin embargo no
es tan terrible.
Me siento, Imago en mi sangre
(y no tuve tiempo de guardar un espejo con mi sombra),
me ahogo en mi canto metífico.
Me atravesás, Quiasma de lo indefinido,
Univoquidad opaca,
Verso empedernado.
No logro encontrar la empenta
desde donde hacés que todo gire,
y sin embargo no es
todo tan terrible.
Y cuando miro por esa perciana,
mis ojos como eficazes halterofilios,
Y mi levantiscas ganas de meterme
por tus rincones llovedizos.
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