"..porque nadie crea en ello, no deja de ser verdad."

26/8/10

Lobo estás II

H a y  u n  l o b o  e n  l a  e n t r a d a  d e  m i  p u e r t a
Esta vez tiene la forma negra y peluda de una imagen en en el espejo, la mía.

-¿Cómo pudiste cambiar tanto?
me pregunta con vehemencia, aunque el muy cobarde sostenga frente a su cara, ocultándose, el espejo que distorsiona (creo yo) el rostro mío.
-¿Quién soy ahí? 
pregunto, incrédula, lentamente sintiéndome fastidiada por las constantes bromas humilladoras a las cuales me somete este viejo amigo. Miro un poco, el borde de mis orejas están suavemente mordisqueados, mi boca yace inerte como una gran herida abierta, torcida en la mitad de mi cara, los labios violetas en donde se cuelgan gusanos amarillos. Donde debiera tener mis rulos decisivos, se ancla una escalera hacia lo más oscuro de un cielo sin estrellas y sin esperanzas. Me envuelven remolinos oscuros y llenos de mugre, pero que no se mueven: Todo está estático- mejor dicho, no está.

-La misma de siempre. Siempre la fuiste pero no te dabas cuenta. Sos una mentira.
me dice el lobo escondido detrás del espejo; insinúo su cruel sonrisa de aliento fétido y cómo éste se estará chocando contra la espalda cascarada del espejo.
Yo sé que no es cierto. Yo trato de construirme todos los días frente a un espejo, y sé que no es así. Pero de qué me sirve? Si ahí está, inmóvil, mi otra cara, la del espejo que todos ven, que todos sienten, que es mas yo                                 mi propio cuerpo y su expresión.
De qué me sirve esta certeza? Si ellos están viendo a través de él, si el mundo entero es y se mira en su propio reflejo. 
¿Qué han hecho los otros de mí?  Pero no importa. Porque yo termino siendo una cara distorsionada habitada por gusanos, la imagen se me impregna poco a poco en la piel, hasta ahogarme en su nauseabundo olor a existencia comprada. La figura sale del espejo al mejor estilo dorian grey pero en cámara lenta, y yo dejo que se incline suavemente hacia mí, engullendome por completo. Si total la lucha tiene un premio demasiado solitario.

-Sí, soy yo.

19/8/10

Te ofrezco un lugar de manchas violetas,
 puedes tomar lo que quieras.
Elegí entre todas estas horcas colgadas encima de mi cuerpo blanco, traslúcido,
hay sólo un leve centello tembloroso de luciérnaga en la frente, las últimas alas que quedan metidas en esta jaula.

Hay sólo la certeza de una tumba a cielo abierto,
  sólo una noche más de frío y huesos rotos, pero en tranquilidad.  Las líneas del mundo atraviesan el rostro,

quisiera saber que me vas tapar con una manta de flores secas esta noche,
la ultima.

Quisiera que te quedaras no solamente con lo que sobre de ésto. Perdona si el viento sopla en tu dirección,
                                                                                                  y si te miro hoy es que necesito unas
              pestañas lo suficientemente largas
                                                                                                    para seguirme colgando de ellas
mientras me caigo al cálido vacío del anochecer.

13/8/10

Lobo estás I

H a y  u n  l o b o  e n  l a  e n t r a d a  d e  m i  p u e r t a,
me toca suavemente la conciencia y me dice que le abra
que es un viejo amigo, que viene a recoger los pedazos viejos de mi confianza
para unirlas de punta en punta hasta crear una estrella vespertina del amanecer.
El lobo ya ha rondado varias veces por casa, conoce el color desteñido de la puerta de madera,
un verde petróleo caprichoso; ya ha olido tantas veces las enredaderas que se aplastan contra todas las ventanas de mi casa.
Esta vez va a entrar. Esta vez va a derramar a portazos los rincones oscuros de esta casa de un monoinquilino.
Yo sé lo que te hace falta, me dice, el vapor que sale de su gigantesca boca al decir esas palabras forman avalanchas de aire herrumbroso y choca hasta mis pestañas de despedidas. Yo sé que estás dividida, dejáme ayudarte a destrozarte por fuera. Yo quiero terminar con esa carne putrefacta llena de nidos de moscas y larvas melancólicas. Liberación.
Esta chocándose los dientes afilados contra los bordes oxidados de la ranura de la puerta. 
No quiero abrirle la puerta.
Pero sonámbula camino entre las escaleras dadas vueltas, que forman figuras seprentinas sin retorno ni recuerdo,   cada vez más cerca de la puerta de entrada,
que será de salida esta vez.

Estoy en frente. Escucho los soplidos del enorme animal, el latir de sus intestinos, las venas que bombardean la sangre por todo su voluptuoso cuerpo negro y peludo, las ganas asesinas, los ojos verdes que traspasan la madera poco a poco.

Y cuando estoy en frente, cuando extiendo la mano para abrirle y darle la bienvenida -

oscuridad.

7/8/10

 el portazo sonó como un signo de interrogación

Nietzsche

Pero no fue el sufrimiento mismo su problema,
sino la ausencia de respuestas
al grito de la pregunta:


¿PARA QUÉ SUFRIR?

Mis oídos

Si me atrevo a mirar y a decir...