Te ofrezco un lugar de manchas violetas,
puedes tomar lo que quieras.
Elegí entre todas estas horcas colgadas encima de mi cuerpo blanco, traslúcido,
hay sólo un leve centello tembloroso de luciérnaga en la frente, las últimas alas que quedan metidas en esta jaula.
Hay sólo la certeza de una tumba a cielo abierto,
sólo una noche más de frío y huesos rotos, pero en tranquilidad. Las líneas del mundo atraviesan el rostro,
quisiera saber que me vas tapar con una manta de flores secas esta noche,
la ultima.
Quisiera que te quedaras no solamente con lo que sobre de ésto. Perdona si el viento sopla en tu dirección,
y si te miro hoy es que necesito unas
pestañas lo suficientemente largas
para seguirme colgando de ellas
mientras me caigo al cálido vacío del anochecer.
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