de los miles que vamos nadando hacia costas desconocidas, como barcos que nunca llegan a destino real,
el muelle, la arena:
la muerte del delfín.
La mente dividida en dos:
Con la mitad de la mente desconectada, una atenta a respirar,
otra tratando de recordar para que eso no se pierda , se desintegre en bruma blanca,
que como una goma de borrar sutil deja grumitos por donde pasa, sobre los cuales después hay que saltar y dolerse en la caída.
La mitad de la mente que aprendió a escuchar la noche,
sabe que no quieren doler menos,
no quieren enterrar el canto.
Mi delfinidad me está costando la cordura, que nunca fue tal
Mitad despierta me tambaleo por olas duras y rígidas,
somos una multitud de delfines semi, mitades, nadando en círculos, circulando la muralla impenetrable de tu risa,
del contorno café con leche del cuerpo, ojos empedernidos tratando de romper barreras.
Animales demediados por el óxido que cae de la luna roja, un espeso líquido que tiene múltiples orígenes,
no sos solo vos.
Fue total
la entrega y los lazos, las cadenas que siguieron, cadenas de flores, de algas marinas que se van moheciendo en este mar estancado, pero profundamente pacífico, salado, azul grisáceo, mis ojos.
Pero los lazos que se rompen no se entierran, no son hijas de la tierra,
sustancias de la noche en la distancia, carreteras llenas de casitas con ruedas,
guirlandas que colgaré de mi frente gris y lisa de delfín
que alzaré triunfante como un tótem
y que no se lo lleve el tiempo.
La entrega
fue total; el estallo de tus luces
me partieron la cabeza, la dividieron en dos, me hicieron delfín.
Dos seres en uno, lo extraño de ser una especie es que se deja de ser las otras.
Me hace electricidad y olas, me divide en sueño y nebulosa con manos que agarran
que se agarran en la epidermis tardía de tu cuerpo,
que se alza como antenas a través.
El silencio no significa esconderme. Con una mitad de mente devuelvo las preguntas.
la otra mitad está respirando, tratando de no olvidar respirar en la bruma,
buscando la costa a ciegas, mientras que la otra
las siente, las contorna con sus manos.
Y no deben alcanzarse, siempre el mismo juego del mar de delfines
quieren doler, quieren sacudir
los muelles, el no lugar de tu presencia,
Y yo navego con ellos en círculos, con dos mitades de mi misma,
contenta.
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