"..porque nadie crea en ello, no deja de ser verdad."

23/2/11

Maniquíes

Hay una guerra desatada
pierna con pierna, en mis tripas amargas
el relleno de resina deja emitir una luz púrpura que dibuja ojeras en mi cuello cansado;
es que ya no hay a dónde huir
con este cuerpo herido y estupidizado,
pedazo de cartulina mojada y forrada con pinches, ojos de botones;

Sus mentiras han perforado sin piedad la goma eva, mi piel
me dejan tendida boca abierta sobre lajas de jugo de tomate:

lo de ustedes es falsa sangre derramada,
coágulos de memorias, comida recalentada en microondas. Me dejaron
como se dejan  zapatillas gastadas
o remeras que quedan chicas y da lástima tirarlas,
un triste contacto en facebook, un invitado más para las fiestas; Siento

ser ceniza y cenicero,
y ya.
me da lo mismo; Deciden por mi estas manos traicioneras,
que cuando las buscaba solo supieron esconderse en sus abrigos de pieles sintéticas
pieles en sombras, ocultas tras velos de parafina gruesa, de candados que solo cierran (entrada y salida).

Cuando logre salir de este supermercado o shopping:
mi pasado
 incandescente pero frívolo,

las quemaré en kerosén vencido, como ustedes mismas, en mis tatuajes,
y podré saltar con tranquilidad por estos esqueletos

mis amigos.

15/2/11

árbol

Caminando para ir creciendo
descaminando nuestros senderos entretejidos
te voy perdiendo lejos, en ese líquido espeso
el anochecer.

Se fueron las presencias de entre las pieles,
el sentimiento de espasmos febriles al tocar tu hábitat
marea que ascendía descendía por mis cuerpos de dunas.

Presiento la fragilidad del invento metiéndose a destruirte
colapsan los edificios que contenían tu voz de reojo,
tus manos sosteniendo,
tu ser acá.

Y así, como un árbol solitario con patas firmes y violetas
voy caminando para ir creciendo, alejándome de la puerta de salida
todo lo que falta es lo único que me llenará de nuevo
caminando sin mirar atrás, mis pájaros ya vuelan por los pantanos

se me mojan las raíces
y el verde comienza lentamente
a caminar por mis espaldas.

Nietzsche

Pero no fue el sufrimiento mismo su problema,
sino la ausencia de respuestas
al grito de la pregunta:


¿PARA QUÉ SUFRIR?

Mis oídos

Si me atrevo a mirar y a decir...